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Monday, December 25, 2017

Resaca de cava catalán tras la Nochebuena




 Estoy borracha con tanto cava catalán como bebimos mientras veíamos a mi Felipe VI en la televisión hablando del futuro, de Cataluña, de las mujeres maltratadas y de lo bien que nos irá juntos a todos los españoles, incluido ese señor Puigdemont que anda por Bruselas escondido. Pero no quiero hablar de política sino de comida. 


 Andan diciendo por ahí que sólo comimos un plato. Es cierto: comimos una fabada con panceta de cerdo ibérico y nos chorizos de marca Coren que salen muy baratos en el supermercado Gadis. Doña Sofía no quería comer carne, pero acabó comiendo un buen trozo de tocino porque no había verduras ni ese pescado crudo que a ella le gusta tanto. También se sumó a nuestra mesa mi cuñada Elena con sus dos hijos. No hablaron mucho. Creo que sigue enfadada conmigo porque no invito a los Urdangarines. Este año tuvo la delicadeza de no llamar a Cristina. Elena y Cristina son como siamesas: no pueden vivir una sin la otra. 


 Nuestra cena fue muy amena. Froilán nos puso al tanto de sus proyectos emprendedores.


 -Tengo acciones de un bingo en Madrid.

 -¿Eres ludópata, sobrino? -le preguntó mi Felipe VI.

 -No, tío Majestad, soy un causante de la ludopatía de los jóvenes madrileños.

 -Ten cuidado con la Justicia, sobrino.

 -Pago impuestos. Mi bingo es totalmente legal. Y lo mismo puedo decir de las catorce discotecas donde invierto mis ahorros y de los tres restaurantes para jóvenes y de un coche que pilota un amigo mío que fue taxista en unas carreras de coches a las afueras de Madrid.


 Doña Sofía aplaudía. Está muy orgullosa con el éxito económico de su nieto mayor. Menos orgullosa se siente de su éxito con las mujeres. Teme doña Sofía que el nieto Froilán le salga al abuelo Juan Carlos.


 Don Juan Carlos poco habló. Su presencia en nuestra mesa de Nochebuena se limitó a recibir las reverencias de sus nietos y a pedirnos que abriéramos todas las botellas de cava catalán de nuestro mueble-bar.


 -Los catalanes necesitan vender sus productos.

 -Está bien, suegro, beberemos todo el cava y dejaremos la sidra para fin de año.

 -Para fin de año hay que comprar más cava. Los Freixanet tienen pocas ventas este año.

 -¿Sigue teniendo dinero en La Caixa, suegro?

 -Ahora es Caixa Bank, nuera. Y sí, tengo allí mis ahorros.

 -¿Todos sus ahorros?

 -No hables de dinero, Leta -me reprendió mi Felipe VI-. Hablar de dinero es mala educación.


 El cava se me subió a la cabeza. Ya no sabía si hablaba de dinero o si hablaba de comida. Sólo sé que mis suegros no discutían. Parecían un viejo matrimonio feliz. Grite que se besaran. Fue un error por mi parte porque don Juan Carlo y doña Sofía se apartaron. No tienen arreglo, pensé.


 Antes de ir a dormir, llamé a a mi doncella Maripuri. También estaba piripí por el cava catalán.


 -Este año lo hicieron con más alcohol, mi Reina. No deje que sus Herederas lo beban. Emborracha mucho.

 -Ya lo bebieron, Mariuri.


 Mis Herederas brindaban con las copas de la cristalería italiana de la Reina Victoria Eugenia. Brindaban pero no bebían. Leonor y Sofía mojan los labios sin beber la bebida que puede hacerles perder la cabeza. Son más listas que su madre, esta pobre mujer que hoy no puede con su resaca de Nochebuena.


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Sunday, December 17, 2017

Mi gastroenteritis después de mi viaje a África




 Estuve en África dando ánimos a los niños y niñas pobres que hay por allí y he venido hecha polvo. No sé si me hizo daño algo que comí o algo que bebí. Mi estómago no es el mío. Encima el médico que dice que tengo que hacer una dieta para pacientes con gastroenteritis. Es decir, nada de refrescos, nada de carnes que no sean carnes de ave, nada de azúcares y nada de verduras de color verde. Estoy a sopa de arroz con zanahoria. Menos mal que mi Felipe VI se ha apuntado a la sopa de arroz para darme ánimos.


 -Comeremos todos sopa, Leta -decide el Rey de España.

 -¿Los políticos también?

 -Por supuesto. Enviaré una circular al Gobierno, al Jefe de la Oposición, a los Presidentes de las Comunidades Autónomas y a los Embajadores.

 -Espero que llegue la cosecha de arroz para tanta sopa.

 -Si no llega, importaremos arroz chino y traeremos zanahorias de donde las haya.


 En esas estamos. El Presidente del Gobierno me llamó para interesarse por mi gastroenteritis.


 -¿Hasta cuándo estará usted, Majestad, con la dieta de la sopa de arroz?

 -No tiene que comer lo mismo si no lo desea, Presidente.

 -En La Moncloa comeremos sopa de arroz mientras la Reina de España no pueda comer otra cosa por prescripción médica. Somos muy monárquicos.


 Me consuelo mirando las fotos de mi viaje a Senegal. No quedé mal con las camisetas de felpa que me prestó mi doncella Maripuri para la ocasión. Eran calentitas y el blanco se ve muy bien en las fotografías. Me hacían parecer más joven. Mis hijas vienen a verme a mi habitación. Temen que esté enferma de verdad.


 -¿Has vomitado más, mami? -me pregunta mi Leonor.

 -No, cariño. Desde que toda España come sopa de arroz conmigo se me pasaron las ganas de echar los arroces por la boca. Eso no quiere decir que los eche por otro lado, claro, pero seguro que acaban saliendo.

 -No nos asustes, mami -me pide mi Sofía.

 -Estad tranquilas hijas, que esta madre vuestra en la cena de Nochebuena come los turrones de chocolate y los polvorones aunque acabe en Urgencias a las tres de la madrugada.


 Mis hijas no me entienden. Son muy niñas. Ya me entenderán cuando tengan que ir de viaje oficial a África sin vestidos de Felipe Varela y con unas camisetas de felpa prestadas por sus doncellas. Así acabé con esta gastroenteritis. Encima el médico me dijo que no podía tener relaciones sexuales porque la gastroenteritis es contagiosa. Sería un desastre que se la contagiara al Rey de España. Me imagino a mi pobre esposo soltando la vomitona cuando esté en la tele diciendo su discurso de Nochebuena. ¿Qué dirían nuestros súbditos?


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Sunday, December 03, 2017

Ola de frío




Estamos viviendo una ola de frío en toda España. Es horrible tener que andar tan abrigada. Yo pondría calefacción en las calles, pero el Gobierno no quiere. Dice el Presidente Rajoy que no hay dinero.


 -Fabrique dinero, Presidente.

 -No se puede.

 -¿Para qué está la Casa de Moneda y timbre?

 -Usted ve mucha televisión. No crea lo que nos han contado en la Casa de papel de Antena 3.


 Empiezo a creerlo. Yo me iría con la banda del Profesor a la Polinesia después de haber fabricado mi propio dinero en el mayor atraco de la Historia mundial. Me encantó la serie. A mi doncella Maripuri también le gustó mucho. Maripuri era fan de Berlín, el pobre hombre que acabó muriendo para que sus compañeros se pudieran fugar por el túnel con los billetes fabricados. A Maripuri le gustan los hombres fuertes. Yo, en cambio, admiraba al Profesor, un filósofo metido a ladrón por necesidad. 


 Hay que ver mucha televisión para llevar este frío con alegría. Te envuelves en una manta y te pones a mirar series. Ahora estoy muy enganchada a Tiempos de guerra. Me dio mucha pena el pasado miércoles que Magdalena dejara a su amor marroquí. Es un moro muy guapo el tal Larbi.


 Mi Felipe VI no pierde el tiempo con las series de nuestras televisiones. Sigue pensando en Cataluña. Yo pienso más en la lotería de Navidad. Es el día 22 de diciembre y no quiero que me la fastidien con los resultados de las elecciones en Cataluña. La lotería es la ilusión de los pobres. Yo sigo siendo pobre. Pienso como la Reina de los Pobres. Por eso no enciendo mucho la calefacción.


 -Saca todas las mantas de los armarios, Maripuri -le pido a mi doncella-. Le daremos una manta a cada visitante. Guarda la manta más grande para arropar a Rajoy. El radiador lo pondremos fuera para que se calienten los pobres paseantes.

 -Eso es el mundo al revés, mi Reina.

 -Haz lo que te pido, por favor.


 Maripuri acumula mantas bien dobladas en la entrada de mi palacio. La ministra de Defensa acepta su manta sin protestar. Las otras ministras también aceptan ser arropadas con una mantita. Rajoy dice que no le hace falta ninguna manta.


 -Llevo calcetines largos.

 -Parece que los lleva rotos, Presidente.

 -Mi mujer no tiene tiempo para remendarlos.


 Le regalo unos calcetines de mi Felipe VI. Rajoy acepta el regalo. Pero sigue sin querer cubrirse con una manta los fríos. Es un valiente. Casi lo admiro. Pero que nadie entienda mal: esta Reina de España es roja hasta el culo.


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