Entre la Semana Santa y el cambio de hora ando como una zombi. No soy yo. Ayer no pude ir con mi Felipe VI a ver los militares de Ferrol antes de que los de Podemos de Galicia nos declaren la guerra.
-Ve tú, cariño -le dije a mi marido.
-¿No quieres decirles algo a los de las Mareas de Podemos?
-Me llega con cantarle las cuarenta a Pablo Iglesias.
-No le riñas mucho, Leta. Pablo es un chico sensible. Lo podrías traumatizar.
Mi Felipe VI es muy buena persona. Se preocupa hasta por la salud mental de los políticos. El otro día le preparó una tila calentita al Presidente en funciones. Me lo contó mi doncella Maripuri.
-Rajoy bebió la taza entera, mi Reina, y pidió otra.
-¿Otra?
-Repitió catorce veces. Quedamos sin tilas.
Se están poniendo de moda las tilas. Mi suegra también bebe mucha tila. La mezcla con anís del mono para que tenga un sabor más mediterráneo.
-Soy la madre de una imputada por la Justicia del Reino de España -se lamenta.
La comprendo. Por eso preparo una tila para mí, pero sin anís del mono. Me sabe a gloria. Mis Herederas también quieren tila.
-La tila de las cinco -me pide Leonor.
-La tila no tiene horario, cielo.
-Yo la quiero a las cinco y Sofía a las seis.
Leonor me pregunta si vamos a ir al fietorro de Vargas Llosa. Me había olvidado. Le digo que no vamos porque no se vería bien que los Reyes de España asistieran a una fiesta organizada por Isabel Preysler para todos los beautiful. Creo que la Princesa de Asturias me entiende.