Fuimos a Santiago de Compostela a lo de la Ofrenda al Apóstol y todavía no me he sacado de encima el olor a botafumeiro. Es como un olor a humo de barbacoa que no te quita de encima ningún perfume por fuerte que sea. Mi heredera Leonor dice que huelo a chamusquina. Yo intentó ponerla al día de las costumbres religiosas de nuestro país.
-Huelo a botafumeiro, hija. A botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela.
-No me gusta como hueles, mami.
-Ya oleré mejor el año que viene. Le diré al arzobispo que eche en el botafumeiro Chanel nº5 para que la Reina de España salga de la Catedral oliendo como Marilyn Monroe.
El botafumeiro me dio algo de miedo. ¿Qué pasaría si se soltaba? Mi doncella Maripuri me había contado que en alguna ocasión había salido volando por una cristalera de la Catedral. ¿Y si aterrizaba sobre mi persona? Intenté sonreír, pero tenía ganas de gritar. Mi Felipe VI me sujetaba la mano porque sabe que soy miedosa y temía que huyera de la misa por un ataque de pánico.
No ocurrió tal cosa. Aguanté como la valiente Reina de España que soy. A la salida estreché las manos de mis súbditos. ¡Cómo me quieren! Creo que soy la Reina de España más amada por la ciudadanía española. Ya he superado a Doña Sofía.
Ahora estamos pensando en las vacaciones. Mi Felipe VI quiere ir a Mallorca como todos los veranos. Yo creo que deberíamos ir a Marbella. Allí están los ricos de verdad. Mi doncella Maripuri piensa lo mismo.
-Nunca estuve en un buen hotel de Marbella, mi Reina. ¿Y usted?
-Cuando era periodista me alojé en una pensión muy mona a precio tirado. Hacían una tortilla española que te chupas los dedos.
-Ahora podríamos alojarnos en un palacio -me sugiere Maripuri.
Estoy pensándolo. No sería mala idea. Tengo que llamar a Patrimonio Nacional para preguntar si tenemos por allí un palacio. Otra opción sería ir a Granada. Me gustaría dormir un mes entero en La Alhambra. Debe ser una pasada. Podríamos llevar unos colchones que tenemos en el trastero y dormir en el patio de los leones al aire libre con las niñas.
-Huelo a botafumeiro, hija. A botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela.
-No me gusta como hueles, mami.
-Ya oleré mejor el año que viene. Le diré al arzobispo que eche en el botafumeiro Chanel nº5 para que la Reina de España salga de la Catedral oliendo como Marilyn Monroe.
El botafumeiro me dio algo de miedo. ¿Qué pasaría si se soltaba? Mi doncella Maripuri me había contado que en alguna ocasión había salido volando por una cristalera de la Catedral. ¿Y si aterrizaba sobre mi persona? Intenté sonreír, pero tenía ganas de gritar. Mi Felipe VI me sujetaba la mano porque sabe que soy miedosa y temía que huyera de la misa por un ataque de pánico.
No ocurrió tal cosa. Aguanté como la valiente Reina de España que soy. A la salida estreché las manos de mis súbditos. ¡Cómo me quieren! Creo que soy la Reina de España más amada por la ciudadanía española. Ya he superado a Doña Sofía.
Ahora estamos pensando en las vacaciones. Mi Felipe VI quiere ir a Mallorca como todos los veranos. Yo creo que deberíamos ir a Marbella. Allí están los ricos de verdad. Mi doncella Maripuri piensa lo mismo.
-Nunca estuve en un buen hotel de Marbella, mi Reina. ¿Y usted?
-Cuando era periodista me alojé en una pensión muy mona a precio tirado. Hacían una tortilla española que te chupas los dedos.
-Ahora podríamos alojarnos en un palacio -me sugiere Maripuri.
Estoy pensándolo. No sería mala idea. Tengo que llamar a Patrimonio Nacional para preguntar si tenemos por allí un palacio. Otra opción sería ir a Granada. Me gustaría dormir un mes entero en La Alhambra. Debe ser una pasada. Podríamos llevar unos colchones que tenemos en el trastero y dormir en el patio de los leones al aire libre con las niñas.